domingo, 20 de septiembre de 2015

El poder de las palabras

Y hoy, en este mundo gris y rígido,
donde no queda sitio para nada.
Las personas, sin otras opciones,
sobreviven en las palabras.
En esas cosas tan pequeñas que a veces
parece que ya no cuentan nada.
En frases dichas a gritos,
en verdades susurradas.
Prensadas entre páginas de libros,
atrapadas en un cuerpo
porque deberían haberse dicho
y no se dijeron a tiempo.
Y palabras que no se callan
y se escurren entre los dedos.

Con tanta palabra ya dicha
ya no queda nada nuevo.
El aire se siente pesado,
se encharca el mundo y el tiempo.
Las palabras gotean como agua
se infiltran en el subsuelo,
en el corazón de las personas
para volver a contarse de nuevo.
Cada palabra pronunciada
forma su propio cuento
que cuenta el mundo a sus anchas
y sueña sus propios sueños.
Y dentro de un sólo mundo
hay millones de cuentos
contando su propia versión,
escribiéndose mientras viviendo.
Y, con más tiempo y palabras,
llegara el día que espero
El mundo no podrá ser real,
habrá menos verdad que sueños.
Y quedará una página llena
de cosas que ya se dijeron
y la vida no será ya vida
Solo será un cuento eterno.

La gente ya no vivirá el día
sino sus miles de anhelos.
Y habrá un millón de mundos
que cabrán en un mundo entero
con un lugar para todos
los que un día lo escribieron
en un mundo de páginas llenas
con la Historia de los tiempos.

Y siempre quedará tiempo para contar
la última página de ese cuento
o para darle la vuelta a la historia
ya en el último momento.
Poner el mundo del revés,
borrar la memoria hasta los huesos.
Renunciar al guión marcado
sin dejar que nos cuenten cuentos.
Y tener un mundo de página en blanco
limpio y puro de nuevo,
una hoja sin estrenar sobre la mesa
que espera un nuevo comienzo.
Y, si aún nos quedan fuerzas,
empezar a contar de nuevo.

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