martes, 29 de diciembre de 2015

Cuaderno de bitácora

Día 3
Otro día más, despierto,
el Sol parece que sigue saliendo
por el mismo horizonte
aunque ¿cómo estar segura?
Aquí, en mitad del mar,
no quedan puntos de referencia
y es tan infinito
que aún no he podido ver el propio mar.
A veces veo un horizonte de posibilidades,
otras me siento perdida sin forma de orientarme.
Pero el camino es amplio
por lo menos lo más amplio que había visto nunca.
Más amplio de lo que me atreví a imaginar planeando este viaje.
Así que yo sigo hacia delante
y aún no estoy segura de si lo que hago es volver atrás
Llevo como equipaje
una brújula perdida
que apunta a cualquier parte
salvo al Norte,
provisiones de sobra
o eso espero
y un mapa del mundo
que señala países y carreteras
y no sirve de nada
cuando, como yo,
no quieres llegar a un sitio concreto
sino perderte en mitad de ninguna parte
                          ****
Día 12
No se ve nada en el horizonte
salvo una ola tras otra.
De vez en cuando
me pregunto qué se supone que estoy haciendo
a dónde se supone que voy
y si no me estaré volviendo un poco loca...
Después recuerdo como estaba el mundo
la última vez que me interesé en saber algo de él
y decido que no tengo que preocuparme
siempre y cuando decida no preocuparme de mí misma.
                      ****
Día 23
Hoy el Sol ha decidido no salir
sólo hay nubes negras
y un comienzo de tormenta.
Mi barco parece una cáscara de nuez
y yo no se ni a donde agarrarme.
Aún así no tengo miedo de ahogarme
es lo que tiene tener el corazón teñido de azul
a fuerza de mirar siempre hacia el cielo
pensamientos verdes en la cabeza
y el pelo de un tono castaño
para no echar de menos la tierra...
Y con todo esto
a veces no funciona
y la sigo echando de menos.
                        ****
Día ...
Sigue siendo Jueves
igual que lo fue ayer y anteayer.
Hoy el Sol se ha perdido en el cielo
y amaneció en el lado equivocado,
el mar parece una balsa de aceite
y la vela de mi barco flota sobre el agua
Mi brújula estará señalando al fondo
enterrada en la arena
y mi mapa, empapado,
ha borrado los contornos de los continentes
y sólo enseña agua por todas partes
y ningún lugar a donde ir.
Hoy
por primera vez
no veo horizontes ni infinitos.
Por primera vez
puedo ver el mar.


domingo, 6 de diciembre de 2015

Icarus

Me despierto cuando el primer rayo de luz roza mis párpados y me desperezo sobre el banco del parque. Una mañana igual a muchas otras de las que he vivido desde hace miles de años...
Lo primero que hago al despertarme es mirar hacia el Sol Noto su luz y calor como si estuviera a centímetros, igual que cuando quemó mis alas de cera... Hace tanto tiempo y aún así lo recuerdo como si fuera ayer.
Mientras me desperezo noto una mirada clavada en la nuca, una mujer mayor que me observa entre preocupada y con lástima, mirando a un pobre hombre que vive en la calle.
Le doy la espalda y sigo mi camino, no sirve de nada tratar de explicarse. Ya lo intenté y no me creyeron, me tomaron por loco, intentaron encerrarme...Y yo huí. Igual que llevo haciendo toda mi larga vida, sólo fui realmente libre volando durante unos minutos y sigo buscando esa sensación. Ni siquiera soy capaz de estar dentro de un lugar donde no pueda sentir el Sol.
Salgo del parque a una ancha calle de una gran ciudad cualquiera, en cualquier lugar del mundo. Antes cada lugar era distinto, ahora todos se parecen. El mundo es un gran laberinto de Creta del que la gente quiere escapar sin saber a dónde, por eso construyen esos edificios tan altos.
Ellos también quieren llegar al Sol sólo que todavía no se han dado cuenta. Y yo, que hace mucho tiempo pensé que había logrado escapar sigo siendo un prisionero, sólo que ahora la jaula es más grande.
Camino por la calle y noto que atraigo miradas curiosas, mi pelo es del color del fuego desde que ardió y mi piel todavía tiene el brillo de la cera derretida que corrió por ella y de la que nunca pude deshacerme del todo.
Me pregunto si alguna de esas personas llegará a figurarse quién soy yo realmente... Y lo dudo mucho, ahora nadie recuerda las historias ni cree en los antiguos Dioses...
Pero a pesar de todo siguen creyendo en sus mentiras, siguen creyendo que caí y que fui derrotado ¡Pobres idiotas!
Claro que caí, y la caída fue dolorosa, pero Ellos, a pesar de ser dioses, no consiguieron que me arrepintiera.
No consiguieron doblegarme.
Porque sigo amando al Sol a pesar de que derritiera mis alas, porque ese calor prendió la luz en mi cuerpo y una llama en mi corazón e incluso ahora que Ellos han sido olvidados en su trono de nubes y tal vez ya ni existan esa llama sigue ardiendo.
Y por eso se que volveré a volar de nuevo.
Los mismos Dioses que intentaron cortarme las alas me despertaron realmente al caer... Es cierto que mi primer vuelo fue una estupidez, la imprudencia de un soñador, pero el segundo será un acto de rebeldía y una liberación por fin.
Será el desafío final y esta vez no podrán hacer nada. Porque ya ni siquiera necesitaré alas de cera, tengo el fuego dentro de mí y algún día podré elevarme como humo ardiente y flotar. Podré subir rozando esos rascacielos que ni siquiera consiguen acercarse al Sol y gritar y reírme desde lo alto de esta ciudad.
Tal vez así despierten y comprendan que ellos tampoco están atados a la tierra.
Sólo con saber que algún día llegará ese momento yo soy feliz.
Sonrío y comienzo a andar con más fuerza, siempre hacia el oeste. Siguiendo al Sol.