Escribo esperando el día en que a mí me crezcan alas y, hasta que eso no pase, que sean libres mis palabras.
martes, 6 de septiembre de 2016
Arte
Porque una vida sin arte
solo sería media vida.
Pero, llegados a ese punto,
creo que ya no importaría
porque ninguno de nosotros seria
lo bastante humano para vivirla.
viernes, 19 de agosto de 2016
miércoles, 13 de julio de 2016
domingo, 26 de junio de 2016
Como una flor...
Sé como una flor
te dirán desde bien pequeña.
Como una flor
dulce, delicada, bella.
Luce como una rosa
pero corta tus espinas.
Piel suave de hoja de enredadera
pero mantente en tu maceta.
Eso es lo que significa ser guapa,
es el precio de la belleza.
Repiten los que dicen amar las flores
sin haber visto nunca una de ellas.
Sé como una flor
- te grito ahora - despierta.
Se libre y vital. Se fuerte
esa es tu propia belleza.
No hay rosa sin espinas,
esa es su naturaleza.
Las hiedras deben ser libres
de trepar hasta donde quieran.
Afila tus pinchos y espinas,
clávalos en quién lo merezca.
Hunde bien tus raíces
que nadie te saque de esta tierra.
Cuando falte el agua y el sol
lucha con toda tu fuerza.
Las plantas más bellas son
las que florecen contra viento y marea.
Serás por fin una flor
sola en un páramo de tierra
El primer brote de algo nuevo
aunque parezcas tan pequeña.
Porque los que dicen amar las flores
lo único que quieren es poseerlas.
Pero no se puede cercar un bosque
ni ponerle límites a una selva.
Porque muchas pequeñas flores unidas
es lo que crea la primavera.
Y llegará el día
en que tiñamos el mundo de violeta.
te dirán desde bien pequeña.
Como una flor
dulce, delicada, bella.
Luce como una rosa
pero corta tus espinas.
Piel suave de hoja de enredadera
pero mantente en tu maceta.
Eso es lo que significa ser guapa,
es el precio de la belleza.
Repiten los que dicen amar las flores
sin haber visto nunca una de ellas.
Sé como una flor
- te grito ahora - despierta.
Se libre y vital. Se fuerte
esa es tu propia belleza.
No hay rosa sin espinas,
esa es su naturaleza.
Las hiedras deben ser libres
de trepar hasta donde quieran.
Afila tus pinchos y espinas,
clávalos en quién lo merezca.
Hunde bien tus raíces
que nadie te saque de esta tierra.
Cuando falte el agua y el sol
lucha con toda tu fuerza.
Las plantas más bellas son
las que florecen contra viento y marea.
Serás por fin una flor
sola en un páramo de tierra
El primer brote de algo nuevo
aunque parezcas tan pequeña.
Porque los que dicen amar las flores
lo único que quieren es poseerlas.
Pero no se puede cercar un bosque
ni ponerle límites a una selva.
Porque muchas pequeñas flores unidas
es lo que crea la primavera.
Y llegará el día
en que tiñamos el mundo de violeta.
lunes, 13 de junio de 2016
sábado, 19 de marzo de 2016
Bleu
Enciendo los controles de mi nave y me siento en la pequeña sala de control, perdida en la inmensidad del espacio.
Me relajo sobre el asiento y observo por la ventana. Llevo años viviendo así, saltando de planeta en planeta y aún así todavía no me he acostumbrado a la belleza del espacio.
Recuerdo cuando sólo era una cría, una niña perdida sobreviviendo como podía en la calle, en mitad del polvo, pequeña e invisible, en un planeta demasiado grande para que nadie la viera a ella y queriendo escapar al espacio más grande todavía.
Recuerdo como al caer cada tarde subía a la colina más alta de la ciudad y me sentaba a ver las grandes naves de transporte despegar hacia el horizonte. Cuando la noche ya había caído las estelas de las naves al pasar a hipervelocidad parecían estrellas fugaces y yo me quedaba allí mirando sus luces hasta que alguien me echaba a patadas o caía dormida de agotamiento y soñaba con otros mundos lejanos a los que pensaba que nunca llegaría.
Río con suavidad al recordar eso, era una niña tan inocente y estúpida, tan débil. Casi tanto como la que después pensó que podría renunciar a quién realmente era por cumplir su sueño y salir de allí, la que pensó que podría luchar por la justicia sin haber visto en su vida nada que fuera justo. A veces todavía me pregunto cuánto queda de esas personas en mí, soy demasiado joven para haber vivido tantas vidas y todavía me queda tanto por aprender, tantos planetas que visitar...
Corrijo el mando de la nave y pongo rumbo hacia algún planeta lejano, un diminuto punto anaranjado en la inmensidad. Suspiro con satisfacción. Ahora tengo la vida que siempre desee y, aunque nunca la imaginé tan dura, soy feliz con ella.
He sido muchas personas pero prefiero que me llamen simplemente Bleu. El nombre que me pusieron unos viajeros cuando todavía vagaba perdida sin un propósito fijo, tenía la manía de mirar hacia las estrellas, el pelo de color negro azulado y los ojos como dos trozos de cielo, aunque para entonces ya habían comenzado a cambiar y oscurecerse. Ahora mi pelo es más azul que negro y mis ojos son como dos estrellas amarillas.
Vago por esta galaxia cruzando inmensidades de oscuridad en mi pequeña nave, luchando contra todas las injusticias que me encuentro en mi viaje ya que parecen no importarle a nadie más. Se que es imposible que una única persona pueda marcar la diferencia y cambiar algo, por eso ya hace tiempo que dejé de luchar por los demás. Ahora lucho sólo por mí.
Recuerdo la primera vez que te conocí, me miraste con esos ojos tuyos tan inocentes a pesar de haber visto tantas cosas y me dijiste que esa no era manera de vivir, yo solté una risotada. Como si alguien como tú pudiera llegar a entenderlo, con ese ridículo sentido del honor y esa manera de ver el mundo en blanco y negro.
Ese fue el primero de otros encuentros por pura casualidad: en un planeta desierto, en una ciudad perdida... Se que por muy distintos que seamos tú serías el único capaz de entender esta necesidad de viajar sin un rumbo fijo, sin un lugar al que volver. Se que tu también la has sentido y por eso en cada encuentro no abandono la esperanza de que decidas dejarlo todo y venirte conmigo. Se que es una esperanza absurda, que somos demasiado distintos pero aún así...
Aterrizo mi nave al borde de un lago en un lugar desconocido, un sol se pone sobre el horizonte mientras el lago brilla con la luz de otro sol ya desaparecido. Yo miro hacia el infinito apoyada contra el costado de mi maltrecha nave, perdida en mis pensamientos hasta que el pitido de mi copiloto, un pequeño androide blanco, me saca del ensimismamiento. Parece mirarme con preocupación y le respondo con una pequeña media sonrisa.
Una luz blanca brilla en el cielo sobre el lago, tal vez una estrella fugaz o el destello de tu nave al entrar en la atmósfera. Mi sonrisa se amplía un momento mientras intento ignorar esa esperanza absurda. Aunque supongo que nunca se sabe, antes habría dicho que el destino es una idea absurda. Ahora ya no estoy tan segura.
Me relajo sobre el asiento y observo por la ventana. Llevo años viviendo así, saltando de planeta en planeta y aún así todavía no me he acostumbrado a la belleza del espacio.
Recuerdo cuando sólo era una cría, una niña perdida sobreviviendo como podía en la calle, en mitad del polvo, pequeña e invisible, en un planeta demasiado grande para que nadie la viera a ella y queriendo escapar al espacio más grande todavía.
Recuerdo como al caer cada tarde subía a la colina más alta de la ciudad y me sentaba a ver las grandes naves de transporte despegar hacia el horizonte. Cuando la noche ya había caído las estelas de las naves al pasar a hipervelocidad parecían estrellas fugaces y yo me quedaba allí mirando sus luces hasta que alguien me echaba a patadas o caía dormida de agotamiento y soñaba con otros mundos lejanos a los que pensaba que nunca llegaría.
Río con suavidad al recordar eso, era una niña tan inocente y estúpida, tan débil. Casi tanto como la que después pensó que podría renunciar a quién realmente era por cumplir su sueño y salir de allí, la que pensó que podría luchar por la justicia sin haber visto en su vida nada que fuera justo. A veces todavía me pregunto cuánto queda de esas personas en mí, soy demasiado joven para haber vivido tantas vidas y todavía me queda tanto por aprender, tantos planetas que visitar...
Corrijo el mando de la nave y pongo rumbo hacia algún planeta lejano, un diminuto punto anaranjado en la inmensidad. Suspiro con satisfacción. Ahora tengo la vida que siempre desee y, aunque nunca la imaginé tan dura, soy feliz con ella.
He sido muchas personas pero prefiero que me llamen simplemente Bleu. El nombre que me pusieron unos viajeros cuando todavía vagaba perdida sin un propósito fijo, tenía la manía de mirar hacia las estrellas, el pelo de color negro azulado y los ojos como dos trozos de cielo, aunque para entonces ya habían comenzado a cambiar y oscurecerse. Ahora mi pelo es más azul que negro y mis ojos son como dos estrellas amarillas.
Vago por esta galaxia cruzando inmensidades de oscuridad en mi pequeña nave, luchando contra todas las injusticias que me encuentro en mi viaje ya que parecen no importarle a nadie más. Se que es imposible que una única persona pueda marcar la diferencia y cambiar algo, por eso ya hace tiempo que dejé de luchar por los demás. Ahora lucho sólo por mí.
Recuerdo la primera vez que te conocí, me miraste con esos ojos tuyos tan inocentes a pesar de haber visto tantas cosas y me dijiste que esa no era manera de vivir, yo solté una risotada. Como si alguien como tú pudiera llegar a entenderlo, con ese ridículo sentido del honor y esa manera de ver el mundo en blanco y negro.
Ese fue el primero de otros encuentros por pura casualidad: en un planeta desierto, en una ciudad perdida... Se que por muy distintos que seamos tú serías el único capaz de entender esta necesidad de viajar sin un rumbo fijo, sin un lugar al que volver. Se que tu también la has sentido y por eso en cada encuentro no abandono la esperanza de que decidas dejarlo todo y venirte conmigo. Se que es una esperanza absurda, que somos demasiado distintos pero aún así...
Aterrizo mi nave al borde de un lago en un lugar desconocido, un sol se pone sobre el horizonte mientras el lago brilla con la luz de otro sol ya desaparecido. Yo miro hacia el infinito apoyada contra el costado de mi maltrecha nave, perdida en mis pensamientos hasta que el pitido de mi copiloto, un pequeño androide blanco, me saca del ensimismamiento. Parece mirarme con preocupación y le respondo con una pequeña media sonrisa.
Una luz blanca brilla en el cielo sobre el lago, tal vez una estrella fugaz o el destello de tu nave al entrar en la atmósfera. Mi sonrisa se amplía un momento mientras intento ignorar esa esperanza absurda. Aunque supongo que nunca se sabe, antes habría dicho que el destino es una idea absurda. Ahora ya no estoy tan segura.
viernes, 29 de enero de 2016
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